De repente heredamos una deuda por la malísima infraestructura económica-social estructural existente. ¿Quiénes pagan las consecuencias? No son los gobiernos ni las instituciones, sino las personas individuales.
Bien, no paguemos, ¿qué hacemos con el miedo a que no nos renueven los contratos?
Si tenemos que irnos, ¿podremos pagar la mudanza?
¿Nos hemos acostumbrado a trabajar para pagar el alquiler?
Lo injusto es que nos está cayendo encima una angustia que no nos debería pertenecer. El miedo nos tiene paralizados sin dejarnos ejercer nuestras convicciones.
No puede ser que al mes y días de estar sin trabajar una familia entre en caos porque no puede pagar un alquiler.
¿En un mes de no trabajar ya no se puede pagar un alquiler? deberíamos revisarlo, tal vez los alquileres son inasumibles.
Reflexionemos.
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